Cuantos más detalles de su vida explicaba, más desconcertada se encontraba. ¿Quién era él? ¿Por qué conocía la historia de su vida? ¿Quién la perseguía? ¿Qué objeto buscaba? Tantas preguntas y tan pocas respuestas.
–Tranquilícese, conozco todos estos detalles de usted porque mi padre y el suyo eran compañeros y amigos. Aunque su padre volvió a París, nunca perdieron el contacto. Se escribían dos o tres cartas al mes, para poner al corriente al otro de las novedades de sus vidas. Mi padre se llamaba… Continuar leyendo